Triple D: Desmantelando la mafia, desestabilizando mecanismos y documentado la memoria histórica

by Sylvia Fernández

Desde que entré a la universidad en 2009, surgió en mí una inquietud, derivada de la frustración generada al tomar cursos relacionados con la frontera. En un principio estos se enfocaban en los feminicidios, las maquiladoras-NAFTA, la post-guerra contra el narcotráfico y, posteriormente, en otras situaciones atadas a la frontera entre México y Estados Unidos, como la inmigración, la militarización, la violencia y más violencia. La mayoría de estas clases han sido muy difíciles de asimilar para mí por la perspectiva que se genera desde este lugar y sus comunidades. A pesar de la realidad de estos problemas, interpretada de forma particular en estos contextos, esta se presenta enmarcada por un sinnúmero de generalizaciones, sin profundizar en la historia y lo que llevan detrás de las continuas crisis.

Al ser una mujer de frontera, del mismo lugar en donde mi mamá y mi papá se conocieron trabajando en la maquiladora de Toshiba, mi vida siempre ha girado en torno a este espacio transfronterizo. Por ende, los abusos, la violencia y todo lo que implica estar bajo un mecanismo dirigido por los intereses hegemónicos de un sistema imperialista y capitalista se volvieron parte del día a día en mi vida. Entonces, cuando quiero hablar de mi pueblo, mi hometown, la mayoría de las veces me siento tan triste y frustrada porque el lugar en el que nací y crecí termina por ser la representación de lo caótico, del peligro y de lo monstruoso, produciendo así un rechazo hacia la frontera o, en muchos casos, provocando un sentimiento de división y distinción entre el lado estadounidense y el mexicano. Al vivir en este espacio uno percibe, y de una u otra forma se resiste, a que los problemas que emergen, se concentren o se imponen en este lugar, vayan más allá de una noticia amarillista o una historia para crear paternalismo. No obstante, los mismos mecanismos que controlan lugares como la frontera mexicoamericana o la misma Centroamérica se han encargado de construir la historia y han perpetuado la idea de que las voces de las comunidades terminan siendo omitidas, invisibilizadas o alteradas.

La situación por la que en estas semanas de junio de 2018, la frontera entre México y Estados Unidos es nuevamente el encabezado de periódicos y discursos del gobierno estadounidense me ha hecho sentir frustrada, una vez más. Una de las razones de este sentimiento es que la crisis que hoy enfrentan las familias migrantes que están siendo separadas y trasladadas a centros de detención es la misma estrategia de odio, discriminación, racismo y deshumanización, entre muchas otras injusticias, perpetradas y perpetuadas por la ambición de poder de Estados Unidos. Y es aquí donde me pregunto, ¿qué termina pasando siempre después de una crisis como esta? Se olvida. Y la verdadera historia, la que abarca las voces, los documentos y estadísticas de estas comunidades se pierde. Y cuando se quiere recuperar, en muchos casos, se encuentra incompleta o corrompida. Es así como la historia que respalda ese pasado termina por ser una creación alterada a beneficio de la nación dominante y agresora.

Un ejemplo es mi caso. Yo vengo de la frontera entre El Paso, Texas y Ciudad Juárez, Chihuahua, que por un lado se percibe como un lugar insípido y sin historia y por el otro se distingue por su facilidad de convertir historias de crisis en ficción o centros de producción, siendo siempre utilizada, destruida y abandonada. También está el caso de los miles de migrantes centroamericanos que son parte de una historia que invisibiliza las razones principales de su migración y los abusos a los que se han enfrentado. De tal forma que la violencia, la pobreza y la migración, entre otras crisis que representan a Centroamérica y a la misma frontera no son por causa de sus habitantes sino a raíz de los mecanismos integrados a estos países para el beneficio económico, político y hegemónico del gobierno estadounidense. Lo que repercute es la necesidad de mantener presente la memoria histórica para enfatizar la concientización, el empoderamiento y la resistencia hacia mecanismos de opresión de manera transnacional.

Con esto en mente, este año tuve la fortuna de conocer a personas maravillosas, quienes me han permitido aprender de sus experiencias en el campo de unas humanidades digitales conscientes de estas historias y quienes me han dado la oportunidad de formar parte de este equipo, con el fin de crear, de manera colaborativa, un proyecto que revisa profundamente la crisis causada por la separación de familias migrantes y desenmascara toda una mafia del gobierno estadounidense que solo tiene la intención de producir más y más dinero a costa de otros mientras continúa perpetuando la degradación de cientos de personas de color. De esta forma, quiero terminar destacando cómo el trabajo interdisciplinario y colaborativo dentro de estas humanidades movilizadas y digitales brinda la oportunidad de crear nuevas formas de interpretar, visualizar y documentar la historia de comunidades con un mensaje profundo hacia la justicia social y equidad del mundo. Lo que implica resistirse de manera comunitaria a la estrategia de “divide y vencerás” con el fin de evitar las constantes agresiones físicas y verbales hacia grupos de minorías.


Sylvia Fernández is a Ph.D. Candidate in Hispanic Studies at the University of Houston and a Research Fellow with Recovering the US Hispanic Literary Heritage . She is the co-founder of Borderlands Archives Cartography. Her research is on US Latina / o and Mexican literature with a focus on US-Mexico borderlands, transnational feminisms, postcolonial theory and digital humanities.